Los bonistas de Tesla se sienten incómodos
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Los bonistas de Tesla se sienten incómodos. Como muchos de ustedes, hemos seguido los últimos acontecimientos de Tesla con interés y curiosidad, aunque desafortunadamente no ha sido lo mismo para los inversores, he de añadir.
Asegurar la financiación para excluir la empresa de bolsa por los cauces normales sería prácticamente imposible, desde nuestro punto de vista. Es muy sencillo: el añadir un poco más de deuda a las cuentas de un fabricante de automóviles que sólo genera pérdidas no es muy apetecible desde el punto de vista de un acreedor. Cualquier financiación de la escala que Tesla necesita para ser privatizada está muy lejos de cualquier nivel de tolerancia al riesgo de los inversores que suelen financiar este tipo de transacciones. A eso se debe nuestra curiosidad en la historia y es por lo que la SEC está poniendo en marcha su investigación.
Hay que recordar que la calificación crediticia de la deuda de Tesla de Moody’s es Caa1 con una perspectiva negativa. Los bonos emitidos el pasado verano con un cupón del 5,3% nunca han cotizado por encima, y hoy se sitúan a un precio en torno a 87, lo que implica una rentabilidad del 7,75% hasta su vencimiento en 2025. Teniendo tal cantidad de deuda con una rentabilidad que debería ser mayor que la actual se requeriría un sólido nivel de generación de cash flow para garantizar su pago, y Tesla está bien lejos de poder conseguirlo; y esa es sólo otra de las razones que justifican que una operación que implique aumentar la deuda va a ser muy difícil de ejecutar.
Además, los inversores de crédito suelen sentirse cómodos con el rigor y la transparencia que exige la gestión de una empresa cotizada, así que excluirla sólo va a irritar más a los bonistas. Hacer realidad el sueño de Tesla no es un riesgo que quieran asumir sus bonistas aunque, dado el potencial alcista de sus títulos, los accionistas podrían pensar diferente. Elon Musk tiene muchos seguidores leales, así que podría ser posible que consiguiera a un número suficiente de inversores para poseer los activos de una compañía no cotizada pero, ¿en qué lugar deja eso a los infelices bonistas?
En este punto las previsiones no son claras. ¿Serán los bonos traspasados a esa nueva estructura? Si técnicamente no hay cambio de control, lo que requeriría un nuevo accionista mayoritario, no hay una obligación legal de recomprar los bonos antes de su vencimiento. Este podría ser el escenario del día final para los bonistas y podríamos esperar una caída drástica de los precios como consecuencia…
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