En enero el euro cumplirá 20 años en circulación
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En enero el euro cumplirá 20 años en circulación. La comisión presenta un plan para aumentar las transacciones en euros en sectores estratégicos como el de la energía o el transporte. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ya habló de ello en su discurso a la Eurocámara de septiembre. Lanzó, de hecho, dos ejemplos que no dudó en calificar de «absurdos»: Europa paga más de 300.000 millones de euros en dólares cada año por la energía que importa (petróleo y gas, fundamentalmente), cuando solo el 2% proviene de Estados Unidos; y las aerolíneas europeas utilizan también la divisa americana para comprar aviones, aunque los fabrique un consorcio de casa como Airbus. El veterano luxemburgués defendía así la necesidad de plantar ya cara al dólar. Y tres meses después, el Ejecutivo que preside ya tiene un plan para hacerlo.
El euro, que en enero cumplirá 20 años en circulación, es la segunda divisa más utilizada en el planeta, pero su cuota de mercado en las transacciones internaciones es del 36% (frente al 40% del billete americano) y representa apenas el 18% de las reservas en bancos centrales extranjeros (el 60% en el caso de su rival). Son los guarismos que la Comisión utiliza para contextualizar el desafío.
A partir de ahí, los riesgos: la batalla por liderar el mercado mundial que mantienen Estados Unidos y China; los daños colaterales que ya sufren empresas europeas tras romper Donald Trump el acuerdo nuclear iraní (con potenciales efectos en las importaciones de petróleo desde el Golfo Pérsico); y el menor peso internacional del euro tras la recesión económica, menor incluso que cuando nació en 1999.
«Es una moneda joven sí pero exitosa y tenemos que desarrollar su papel en el mundo para que refleje el peso político, económico y financiero de la eurozona», defendió el vicepresidente del Ejecutivo comunitario para el euro, Valdis Dombrovskis. Una declaración de intenciones. Porque el recorrido será largo. Hay que convencer a los operadores de los distintos mercados, también se lanzarán una serie de consultas públicas (los resultados no se esperan hasta el verano) y, además, el empujón llegaría con pasos más largos en la Unión Monetaria y Económica. En este sentido, siguen en el ‘debe’ de los diecinueve Estados que comparten moneda la creación de un fondo de garantía de depósitos y la propuesta de contar con un presupuesto propio, espoleada por el eje París-Berlín.
«Pero hay que ir poniendo la casa en orden», subraya el comisario español, Miguel Arias Cañete. Y eso implica corregir situaciones de su negociado, la energía. De entrada se aboga porque los contratos que suscriban los Estados miembros con terceros países se realicen en euros. Rusia, Oriente Medio y África son los principales suministradores. Y la UE tiene una posición de fuerza por ser el mayor importador de energía del mundo. El petróleo tiene un peso importante y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se rige con el dolar. La batalla ahí es complicada. Pero la Comisión entiende que sí es factible pagar el gas natural en euros (el 70% de las compras de este combustible aún se realiza con el billete americano)…
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